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No eres tú, ni soy yo... es que no hemos conseguido que lo nuestro funcione.


De amor y desamor

Las relaciones no son una cuestión de amenazas y miedo. De exigencias y enfados. A veces solo consiste en un “toma y daca” en el que ambos miembros de una pareja deben encontrar el equilibrio. Un equilibrio no siempre consensuado, que les lleva a sentirse cómodos ofreciendo lo mejor de sí mismos, sin vulnerar sus derechos personales. Que les lleva a la sensación de felicidad en pareja y satisfacción consigo mismos. Porque se aman.


Pero conseguir ese equilibrio a veces no resulta una tarea fácil. Se deben tener en cuenta diferentes aspectos (entre otros):


Desarrollar la empatía: es el momento de ponerse en el lugar del otro. Entender qué le sucede, qué está sintiendo. Pero sobre todo, qué necesita. A veces nos empeñamos en querer ayudar a la persona para que esté mejor, desde nuestro punto de vista, cuando muchas veces puede no estar preparada para ello y únicamente necesita que nos mantengamos a su lado. Ver la situación desde su óptica nos permite encontrar soluciones con mayor facilidad. Pero cuidado con dar de lado totalmente nuestra perspectiva personal.​


Confiar: hay que partir de que iniciamos este proyecto desde el deseo y el objetivo de encontrar una felicidad en común. Es decir, con intereses positivos y beneficiosos para ambos. Comenzar con suspicacia ante cualquier gesto o situación, interpretaciones sesgadas o pensamientos negativos sobre la realidad… es probable que genere malestar y un ambiente desagradable en la pareja, con las consecuentes disputas. Si no tienes motivos para desconfiar de tu pareja elimina ese tipo de pensamientos de tu mente y ¡disfruta!


Pensar por dos: La relación de pareja es iniciar una aventura en la que de manera frecuente tienes que contar con otra persona. Pensar en los intereses y deseos de ambos. Planificar haciendo partícipe al otro… No se trata de pedir permiso, simplemente de empezar a pensar como un equipo. De pensar por dos.


Respetar el espacio personal de cada uno: ser conscientes de que ambas partes de la pareja deben contar con un tiempo y espacio independiente de las actividades comunes. Esto nos permite seguir desarrollándonos en otras facetas y no centrarnos únicamente en una. También ayuda a aliviar las tensiones que a veces se pueden generar entre ambos, gracias a compartir los pequeños roces que pueden surgir con otras personas íntimas. Se trata de respetar y fomentar el espacio personal del otro, y respetar el espacio personal propio, sin sentirnos culpables por ello, ni prescindir de él por aumentar el espacio común.


Mantener una comunicación clara y frecuente: es fundamental atreverse a expresar lo que se quiere (y lo que no se quiere), lo que se espera en un momento dado de la otra persona, lo que se siente o piensa sobre algo… si no, corremos el riesgo de que entienda algo de una manera diferente, pero claro, no puede adivinar lo que tenemos en la cabeza. A veces nos puede costar más, sobre todo en temas complicados o que no estamos acostumbrados a tratar, pero solo hablando es cómo podemos aprender a expresarnos con claridad.

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​Conocer, dejarse conocer y adaptarse: sobre todo en unas primeras etapas, hay que hacer especial hincapié en conocer los gustos y deseos de la otra persona. Saber ceder ante lasapetencias del otro para descubrir su mundo. Y viceversa. Tomar la iniciativa para dejarse conocer. Proponer nuevas ideas y planes que enriquezcan la relación. Y como contrapartida, no frustrarse si un día no se llega a un acuerdo en lo que uno desea, ya habrá ocasión de poder disfrutar de ello más adelante.​


Por otro lado, cuando nos iniciamos una relación de pareja, es importante valorar otras cuestiones a nivel individual:

  • El pasado… ¿verdaderamente forma parte del pasado o todavía están presentes los fantasmas de tu relación anterior?

  • La persona con la que intentas mantener una relación, ¿realmente se ajusta a lo que buscas en una pareja? ¿es posible que pueda cumplir tus expectativas de futuro?

  • ¿Estás con esa persona porque la amas o amas a esa persona porque no quieres estar solo/a?


Si las respuestas a estas preguntas no son las que imaginabas, antes de dar pasos y comprometerte con otra persona, céntrate en ti, en descubrir cuáles son realmente tus necesidades actuales y actúa en base a ello de la manera más honesta y sincera que puedas.


Pero nunca olvides que para poder compartir tu vida con alguien primero tienes que ser feliz e independiente por ti mismo/a. No buscamos a nadie que nos complete (ya es hora de romper con el mito de la media naranja), lo ideal es alguien que nos acompañe en el camino.


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